¡Ajú, mis queridos seguidores de antiguas tradiciones y buscadores del verdadero sabor andino! Hoy les voy a contar sobre la “Chicha de Jora”, esa bebida que es más antigua que las montañas mismas y que tiene más historia que mi tatarabuelo montado en un llama.
Imagínate ahí, sentado bajo el cielo azul intenso del Cusco, con un vaso de “Chicha de Jora” en la mano. No es solo cualquier bebida, amigo mío, es el néctar de los Incas, la misma que bebían los emperadores para celebrar sus victorias o simplemente para disfrutar de un buen atardecer después de un largo día construyendo imperios.
Hecha con el maíz jora, ese maíz que es más fotogénico que una llama en Machu Picchu, esta chicha es fermentada con tanto amor y paciencia que hasta el Pachacútec levantaría su copa en señal de aprobación. Su sabor es una mezcla compleja de dulce y ácido, con un toquecito de tierra que te recuerda a las vastas llanuras andinas.
Pero no te equivoques, “Chicha de Jora” no es solo para beber; es para experimentar. Con cada sorbo, te encuentras en medio de una fiesta Inca, bailando al son de los tambores, con el sol poniéndose detrás de las montañas. Es una bebida que te cuenta historias, desde las batallas heroicas hasta los amores prohibidos de princesas y guerreros.
Y no solo eso, compadre, sino que también te pone un poco melancólico, pensando en los tiempos donde hombres y mujeres vivían en armonía con la Pachamama, ofreciéndole chicha en agradecimiento por las cosechas. Es, sin duda, una bebida que te conecta con tu lado más espiritual, mientras te da una patada en el trasero para que no olvides que estás aquí para disfrutar la vida.
Así que la próxima vez que veas un litro de “Chicha de Jora”, recuerda que no estás solo bebiendo una bebida; estás bebiendo historia, cultura, y un pedacito de alma andina. ¡Salud, y que los espíritus ancestrales te acompañen en cada trago!
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